jueves, 30 de abril de 2009

Quiero el poder de la palabra todito pá mi...

El hombre se posee en la medida que posee su lenguaje.
No habrá ser humano completo, es decir, que se conozca y se dé a conocer, sin un grado avanzado de posesión de su lengua. Porque el individuo se posee a sí mismo, se conoce, expresando lo que lleva dentro, y esa expresión sólo se cumple por medio del lenguaje. Hablar es comprender, y comprenderse es construirse a si mismo y construir el mundo. A medida que se desenvuelve este razonamiento, se advierta esa fuerza extraordinaria del lenguaje en modelar nuestra misma persona, en formarnos, se aprecia la enorme responsabilidad de una sociedad humana que deja al individuo en estado de incultura lingûistica. En realidad, el hombre que no conoce su lengua vive pobremente, vive a medias, aun menos. ¿No causa pena, a veces, oír hablar a alguien que pugna, en vano, por dar con las palabras, que al querer explicarse, es decir, expresarse, vivirse, ante nosotros, avanza a trompicones, dándose golpazos, de impropiedad en impropiedad, y sólo entrega al final una deforme semejanza de lo que hubiese querido decirnos? Esa persona sufre como de una rebaja de su dignidad humana. Nos hiere su deficiencia por vanas razones de bien hablar, por su ausencia de cosas bellas, por torpeza mecánica. Nos duele en lo humano; porque ese hombre denota con sus tanteos, sus empujones a ciegas por las nieblas de su oscura conciencia de la lengua, que no llega a ser completamente, que no sabremos nosotros encontrarlo.
Hay muchos, muchisímos inválidos del habla, hay muchos cojos, mancos,tullidos de la expresión. Una de las penas que conozco es la de un mozo, joven, fuerte, ágil, curtido en los ejercicios gimnásticos; dueño de su cuerpo, pero cuando llega el instante de contar algo, de explicar algo, se trasforma de pronto en un baldado espiritual, incapaz casi de moverse entre sus propios pensamientos; ser precisamente contrario en el ejercicios de las potencias de su alma. a lo que es en el uso de las fuerzas de su cuerpo.
Podrán aqui salirme los defensores de lo inefable, son su cuento de que lo más hermoso del alma se expresa sin palabras. No lo sé. Me aconsejo a mi mismo una cierta precaución ante eso de lo inefable. Puede existir lo más hermoso de un alma sin palabras, acaso. Pero no llegará a formar forma humana completa, es decir, convivida, consentida, comprendida por los demás.
(Pedro Salinas: El defensor)

2 comentarios:

La guapa dijo...

Y este texto me ha encantado, se los regalo/alo/alo porque me caen bien/ien/ien, se los dejo con eco porque así me siento siendo las 2 de la mañana/ana/ana/ana/ana...

Saludos cultos lectores/es/es/es/es/es/es

Fernand Martinolli dijo...

muy bueno
abrazo /azo /azo /azo /azo

;D