martes, 24 de julio de 2012

In the end

Qué dificíl es, salir del silencio.

jueves, 19 de julio de 2012

Sólo una vez

En México se vive una farsa llamada democrácia. Con un poquito de suerte el teatro se acabará en los proximos meses, sino, vendrán un sexenio plagado de corrupción, desmemoria y resignación por parte de mi pueblo.

Hace poco viajaba en el metro de la ciudad, era una de esa noches de lluvia y tráfico por todos lados, con los audifonos puestos hago de ciertos lugares sitios más habitables, de pronto se escucha un disparo en el último vagon del andén donde viajaba, las personas comenzaron a correr hacia los primeros carros, con mi desinterés logré mantener la calma, el metro aún no llegaba a su estación de destino y los rostros asustados me hicieron darme cuenta de que algo grave había pasado. Cuando el metro llegó a su estación de destino las puertas se abrieron, en el último carro un tipo moría desangrado.

Las personas al enterarse de lo que había pasado corrieron asustadas para huir del vagón y del metro mismo, dando al sujeto que disparó la oportunidad de huir, sin embargo cuando alguién vio al individuo del arma entre la gente que corría, lo delató a un policía de estación, entonces se escuchó un segundo disparo. La gente volvió a regresar al metro que se encontraba parado en la estación y silenciosamente su desconcierto transformaba la atmósfera. Muchas señoras tomaron asiento queriendo ver al hombre que se desangraba el el último vagón, otras optaron por el silencio y las miradas de reconocimiento, de empatía hacía el otro para sentirse menos asustadas y por qué no...acompañadas.

Los hombres se asomaban a las puertas queriendo mirar si se llevaban al desangrado o si el carro del tren avanzaba, los más viejos murmuraban cosas inentendibles, pero sus tonos se parecían mucho al de esos hombres experimentados que siempre saben por qué ocurren las cosas. Yo permanecí en un asiento, inmóvil e incrédula.

El escritor Julio Cortázar dijo una vez sobre el metro (no recuerdo cuál) que lo más preciado de viajar en él era su silencio. Con los vendedores ambulantes se acabó lo que tanto había maravillado al argentino,  y si a eso le agregamos que ahora el metro es un lugar donde se plomea a las personas se volvería a morir.

En la Ciudad de México debemos recordar que no es la primera vez que sucede algo así, sucedió también hace un par de años cuando un sujeto en la estación Balderas arremetió contra un oficial de seguridad porque éste le había increpado en una pinta contra el gobierno panista, el hombre había puesto en la pared del metro "Calderón asesino", el oficial sólo tenía 22 años.

La desmemoria junto con otras necesidades no cubiertas (que no mencionaré) por un sistema fallido son determinantes en lo que acontece ahora en mi país, que pugna por ser algo mejor (porque lo es).
Huele a revolución y poco a poco se avanza, pese a todo...