jueves, 25 de agosto de 2011

Hoy me acordé de ti...

Uno de mis grandes amigos ha vuelto de su tercer viaje a la India.
Deberias volver tú también, después de cinco meses hoy me acordé de ti...
Y recordarte es tan triste como querer invocarte para que vuelvas

lunes, 15 de agosto de 2011

La flor con alas.

Es verdad que las redes del pensamiento nos tejen trampas. Por ejemplo: en filosofía, al momento de estructurar una idea para poder argumentar de manera correcta es necesario saber reglas básicas de lógica, de lo contrario nuestro argumento plasmado en papel puede ser tan debíl que el lobo feroz puede soplar (sin hacer esfuerzo) y derribarlo. Aún no me queda del todo claro las trampas de la mente, sólo sé que algo de mí insiste en atraparse constantemente, pensamientos atrapados que paradojicamente se mueven libres dentro de toda esa maraña.

En meditación el fin es claro: aprender a controlar la mente. ¿Por qué necesitamos más que nada en éste contexto cotrolar nuestra mente? Yo ante miles de respuestas sólo tengo una: necesitamos paz. Volveré a la meditación (a riesgo de sonar fanática). Budha simplemente nos dice que la mente es joven e inexperta, comete muchos errores y la mayor parte de las veces funciona para limitarnos. Sin embargo pese a nosotros mismos la mente opera y regula la mayor parte de nuestra vida, entonces al dejar la gobernabilidad de nuestras acciones a la mente socialmente somos seres funcionales, es decir, obedecemos, analizamos, somos cautelosos y la mayor parte de las veces buscamos ser correctos. La mente ha obedecido a los conceptos de ganar, perder, más, menos, arriba, abajo etc. y con cada uno de esos extremos se conforma. Colocando esos sencillos ejemplos podemos observar que limitados podemos llegar a ser. Existen personas que liberan una parte mucho más extensa de su mente y construyen en base a la razón, sin embargo si no se tiene un adecuado control de los pensamientos que emitimos y las flores que sembramos en nuestra cabeza todo esfuerzo por ampliar nuestros horizontes mentales se desvanece.

Algo muy cierto es que nuestro contexto nos ha obligado a ampliar nuestros horizontes mentales, no sin antes herirnos profundamente día a día. Budha también menciona que la mente es como la tierra y de ella surgen muchas cosas: flores de mil colores, árboles, hierbas y una infinidad de vida. También menciona que si nosotros cultivamos esa parte tendremos una vida con menos dolor, sin embargo en la actualidad pasamos de un estado emocional a otro sin poder digerir mentalmente el proceso de cambio y la mente se queda desprovista de la posibilidad de digerir la información que nos pueda servir y la que no. De ese modo en lugar de sembrar cosas que puedan hacernos florecer regamos nuestra mente con los dolores que nos causa el mundo fisico. A eso debemos agregar lo distractores diarios a los que estamos sometidos.

Sin defensa ante nosotros mismos dejamos espacios en nuestro interior que se llenan de basura y luego viene la autodestrucción, la incapacidad para poder mirar las cosas de manera objetiva y con ello escondemos nuestros más profundos sentimientos para no ser lastimados, nos cuidamos de no mostrar nuestros anhelos para que no se conviertan en frustraciones, poco a poco nosotros en lugar de ser la flor, nos convertimos en una semilla encerrada en una grieta mental. Encorazada la semilla no florece y el problema después radica en salir de ahí.

Pesimista puedo concluír diciendo que me entristece de pronto el no poner un límite a la mente, puedo llamarla puta, puedo decir que guardo un cadaver que apesta, dolor momificado que no me sirve de nada, pendientes que me han dejado para que los resuelva, pasa el tiempo y aún siento escalofrio al pensarlo. Razono que mis planes nunca se concretaran, que no podré hacer nada de mi vida y que para el futuro no tengo ninguna certeza. Construí una imagen de mí que se cayó completamente, dejando a un ser sin defensas, desnudo de los pies, sintiendo el polvo o la arena hirviendo, sin embargo el ser desnudo es la flor. No puedo cantar victoria aún, porque la flor es una pequeñez, pero ahí está en medio de la grieta, del silencio y la nada, de todo eso que son todas las posibilidades que puedo tener.

Me han quitado amantes, palabras, poder, dinero, tiempo y aún con todo ese despojo aquí estoy. Cada día renaciendo y muriendo. Triste, feliz, enojada, inconforme, pero aquí, en mí y para siempre, falta un poquito pero lo intento, como todos...tal vez..