domingo, 31 de marzo de 2013

Él se llamaba Fulano.

Van dos veces que lo píerdo, en la misma vida.

jueves, 7 de marzo de 2013

Probando...uno...dos...tres


Tengo en mis manos un micrófono, se llama escritura. Es un poder saber usarlo, pero es mucho más atractivo usarlo para ti, para entender-te. El arte no proviene de la felicidad y cuando escuché esa frase defendí con argumentos muy ingenuos que si, que sí se podía escribir desde ese lugar, fui ignorada duramente, finalmente yo era la que se disfrazaba de payaso triste y escribía, claramente sabía que podía existir otro lugar, menos flagelante para imaginar y crear, cuando la vida me llevó ahí, le dije a la escritura triste: "se acabó".

Después de eso las entradas en mi blog y los desfogues en mi cuaderno se fueron diluyendo, en su lugar sustituí esos encuentros tristes por colores, mandalas, descripciones de atardeceres y muchas canciones que me inspiraban a seguir por ese camino, el de la felicidad. La prisión a la que nos somete esa dicha es tan grande y frágil, que cuando llegan los huracanes, realmente es difícil recomenzar, tomar la pluma y pensar "Hoy estoy triste...muy triste".

Sin embargo algo es distinto, un toque de frescura amortigua toda esa melancolía, es la calma interna, lograda por años de construcción lo que nos impide caer hasta el fondo, no porque no exista, es simplemente que a cierta altura el vuelo sólo apunta hacia adelante y el caer ya es opcional. Francamente hoy descubro que se puede escribir desde muchos lados, por ejemplo descubro que me encuentro escribiendo desde la sinrazón, un lugar mucho más del raciocinio que del alma, ese lugar caótico de la mente que es saturada por experiencias e imágenes que chocan entre sí. La máquina descompuesta.

Cuántas veces hay que repetir, hacer, vivir al límite y trabajar, todo junto. Cuántas veces hay que lidiar con las mentiras hasta volverse un experto. Cuántas veces se debe soportar la vida de los otros, sus costumbres y manías, negociar  tu espacio en esa agobiante palabra que llaman amor. Y la vida, de pronto buscas que se detenga un poco para ordenar todo ese desastre, pero estas detenida, sujeta por tus demonios que no se fueron pero que aprendiste a calmar, como a cualquier bestia hecha oso de peluche. Ahora buscan alimento, los demonios se rebelan y de la vorágine pasas al hastío con una facilidad maestra. Ya sabes que tu nueva condición es ser loca, libre y terriblemente sola. 

Los demonios te llevan al matadero, pero tú ya sabes que no vas a morir...que indolencia.