martes, 8 de diciembre de 2009

Ocho cuartos

Casi desde los doce años tengo libretitas donde anoto recuerdos, algunos se pueden palpar y muchos otros quisiera quemarlos. Revisé los horrores de las perdidas y cuantifiqué mis alegrías en una página absoluta que parece pergamino. Suenas tan triste, casi todo el tiempo. Lo siento Corina-le dije- algunas veces somos más una cosa que la otra y a mi me tocó ser la tristeza, mira lee aquí, casi desde chiquita. Pues bueno ¿habrá un momento en que escribas que eres feliz y todo te va bien? Muy probablemente no pueda contestar eso, pues la felicidad nunca es así. Siempre he pensado que existen momentos bellos, personas irrepetibles y sentimientos que no puedes calcar, eso es terrible porque cuando se acaba, se acaba y ya.

Recuerdo que Corina me miró y después se fue, no físicamente, pero en un rato dejó de estar conmigo y su pensamiento se fue quién sabe dónde, así era ella, no objetaba mis observaciones porque me quería con una devoción y me tenía fe, ella a mi más que yo a mi. Es gracioso porque un día decidió irse de verdad odiándome tanto. Ella no se ha terminado en mi libreta, pero sobre todo en mí. Una vez confesado esto supongo que no será difícil contar lo demás.

¿Y que me dices de B?

Ella también me quiso, pero el otro día paseaba en la moto, el rumbo era por la Universidad, muy al norte, subiendo un puente vehicular miré un letrero que decía: Querétaro, y una flecha que indicaba los kilómetros y la ruta. Yo en ese momento miré el horizonte desde el puente, se veía tan lejano, muchas lucecitas alumbraban las casitas de los cerros, muchísimas casitas pensé y entonces sentí la distancia física que nos separaba, era demasiada y encima de todo se sumaba con la distancia emocional ¿Alguna vez lo ha sentido? Digo, es terrible, algo indescriptible. En ese momento supe que ella me había olvidado y que tal vez me quedé suspendida entre la mujer que conocí y la que ahora es. Antes de la ruptura un amigo en común me contó que ella era determinante en sus decisiones; entonces le respondí a ese amigo que si ella era de ese modo yo nunca la había conocido realmente. Mientras bajaba el puente vehicular arriba de la moto pensaba todo eso, los pensamientos son mucho más rápidos que el tiempo, después seguí, pero no podía dejar de pensar que Querétaro está muy lejos como ella de mi. Total, probablemente tendría cosas muy chingonas ahorita, pero mi libertad hubiera estado muy cuartada a sus vaivenes, al final de nuestra relación ella no era la misma, pensaba que yo seguiría siendo obediente a sus comportamientos y que le haría fiesta a sus groserías, cambio mucho después de la escuela de arte. No debiera seguir hablando de ella, pero para eso está usted aquí, amenos eso creo.

¿Vas a quedarte ahí mirando hacia la nada? – Preguntó el tipo-

Sólo quiero entender como la gente cambia tanto, yo cambié y no le importó. Por favor ella me da flojera, ahora que lo pienso bien fue demasiado egoísta, supongo que esa persona maravillosa se quedó en una página de mi cuaderno. Esa parte merece un funeral, uno bello para darle paso a cosas hermosas. Tal vez…fue lo mejor

Vaya, cuantas mujeres has tenido. Dijo el tipo con aire curioso. También he tenido hombres, algunos han sido tan perfectos, casi parecen mujeres. Por ejemplo me acuerdo de C, él debiera tener dos nombres, siempre le dije que tenía doble personalidad, una de ellas me amaba, la otra me hacía la vida difícil. Ya para que no se aburra tanto le cuento que una vez yo trabajaba en una pastelería, era el encargado, ganaba muy poco dinero pero era un trabajo de medio tiempo. Total, C y yo habíamos discutido y ese día al muy tonto se le ocurrió ir a mi trabajo, fue a "visitarme". Yo estaba nervioso, le serví un café y con cara de hastío le pregunté porqué no había esperado a que saliera del trabajo. Mira -me dijo- yo vengo para que nos vayamos de aquí ahora mismo. Usted hubiera visto mi cara de susto. En ese momento llegó mi jefa que se espantó al verlo, porque además su hedor a alcohol y su cara de malora lo delataban ante la gente que iba a comprar pasteles (tan finos los clientes de ahí, si les contara). Mi jefa me dijo que saliera a la calle para arreglar "mi asunto", total que salimos y la muy desgraciada ya no me dejo regresar a la pastelería, la puerta se abría sólo por dentro, era una puerta eléctrica así que cuando salí a la calle y las cosas entre C y yo se pusieron feas no podía regresar a la pastelería y dejarlo hablando solo. C comenzó a gritarme tan alto que mi jefa me dijo que iba a llamar a la policía si no hacía que él se fuera. Yo le rogué a C que se largara, que podiamos arreglar el asunto después, pero él estaba empeñado en no irse sino era conmigo. Después de un rato la policía llegó a la pastelería y todo se jodio, lo subieron a la patrulla a golpes y yo solo observaba el espectáculo con el dolor de mi corazón. Al final lo llevaron a la delegación y a mi también. En la delegación un doctor le dio un calmante, lo encerraron un rato y le pusieron una orden de restricción para que no se me acercara. La orden una semana después nos valió madres, pues hacíamos el amor intensamente en su sillón. Así fue mi relación con él, doctor ¿Usted cree que debiera borrar eso de mi libreta? Es decir, ¿comenzar desde cero?

Por supuesto, si eso quiere…

Bueno, ya estuvo bueno de cosas doctor, dígame cuánto le debo.

Mira, descansa que tú te quedas aquí y te tomas tus pastillas. – Dijo-

Doctor, pero ya estoy bien, déjeme salir.

Claro –responde él- sólo un par de observaciones más y firmo tu salida del psiquiátrico.

El Doctor salió del pabellón de mujeres y le comentó a una enfermera. Ella sigue pensando que es hombre, por un momento pensé que hoy había resultado su medicamento. Por un momento pensé… Y firmando una tabla se alejo dejando a la enfermera con el diagnostico: Trastorno de personalidad.

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