jueves, 11 de junio de 2015

Tras el rastro

Vuelvo a este blog con ansia de reencontrarme las letras que me motivaron por el lejano año 2008 a abrir el blog. Ante el inminente paso del tiempo y sabiendo que me voy a encontrar, abro y cierro esta pestaña. Pongo música, la quito. Miro las ventanas de mi casa porque hoy, después de mucho tiempo sin que se anunciara una nube, va a llover. Me quito los zapatos, voy descalza a la cocina y me sirvo agua. Vuelvo a la pantalla de la computadora, fatigada de postergar mi búsqueda; inicio. Tal como imaginaba, con cada nombre tecleado en la barra de búsqueda de Google, aparece una ventana en la que se lee: "el enlace que busca no existe".

Para consolarme me digo que tal vez cambiaron de nombre o que se mudaron de sitio, entonces reintento la búsqueda. Llevo tres días intentando localizar a aquellos blogs y autores que me aportaron renglones, palabras, párrafos humanos y verdaderos; no están. Me niego a pensar en lo efímero de la escritura en un blog, vuelvo a mis diálogos y me digo que toda escritura es efimera; neceo, pero los hechos me lo confirman. Luego de tres días los autores que seguía dentro de los blogs se han ido, algunos cerraron sus blogs, otros sólo lo abandonaron, dejando detrás de ellos un rastro del que (ahora a la distancia) rescato frases, a veces, nada.

Siempre me he considerado pésima para entender el nudo de emociones que me cargo, de madurarlas ni se diga; es por ello que en aquellas aproximaciones me entendía a través de los blogueros, sabía que acertaban al describir sus experiencias, me sentía acompañada, pero también había cierto valor literario dentro de sus declaraciones, la naturalidad de los lenguajes, pero sobre todo saber que se escribían de primera mano, es decir, aquí y ahora en el tiempo. Muchas veces recorrían los mismos caminos que yo en el metro, se paraban a mirar la misma lluvia que yo, pero desde otro lugar, con otras personas. Se encolerizaban cuando algo les salía mal, lloraban, se acobardaban de escribirlo así nada más, entonces te narraban el llanto, lo hacían video, imágen, y así pasaba una semana, un mes y ya estaban listos para escribir otra vez.

Después de tres días y esta última búsqueda me convenzo "los blogs son efímeros y su escritura también". Lo rescatable de esa experiencia puede ser la plasticidad de la vida, el cómo avanza y el cómo los autores decidieron avanzar sin dejar su rastro, otros sencillamente apagaron la luz y otros ni siquiera se despidieron, aunque la mayoría era así, indecentes, rebeldes, oscuros; narrando desde quién sabe qué lugar, que parecía ser el tuyo (el mío), demostrando que pertenecían a la conexión inexplicable de la vida y por supuesto a la de internet y la moda de los blogspot.

Razones puede haber muchas: la invasión de la publicidad dejando comentarios, gente ofreciendo sus servicios, enlaces frivolos, nadie contribuyendo a las discusiones, a las letras, el mito de escribir en un blog porque eso te da chamba, como fulana, y entonces a escribir, no importa qué, a darle porque sí y ya, porque se vale escribir sobre moda, pasteles, eventos de boda, comida. A partir de 2010 u 2011 la gente emigró a otras plataformas, Facebook llegaba a acumular la mayor cantidad de usuarios, varios bloguers aún resistieron un poco más, dos años, y después se casaron, se graduaron, se mudaron, se perdieron.

No hay más, sólo evocar o reemplazar esos blogs por otros, como suele pasar. Parece que inflo la historia de los que por aquí escribían, no tengo testimonio de ellos, parece como si lo hubiera inventado.

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