sábado, 27 de junio de 2015

Poblada a fuerza


Tlalpan 2015


En la esquina de Xola y Tlalpan hay una rata muerta, el animal está entre dos puestos ambulantes de comida, al lado de una coladera, aplastada como una cucaracha, deforme, la sangre ya está seca. Su proceso de putrefacción todavía no lo convierte en algo apestoso que buscas por instinto por el mal olor. La gente pasa para tomar el microbús que hace base en la esquina, brincan al animal. El suelo de la avenida donde espera la gente está humedo, los puestos ambulantes se esmeran en limpiar su zona de trabajo, pero el agua mugrosa antes de llegar a las coladeras inundadas de basura se desvían por los mil baches y queda estancada. Nadie se mira con nadie mientras se espera el micro, pero cuando éste llega, los transeúntes corren para buscar la unidad y el mejor asiento.

Abordar el microbús es alejarse del ruido del palpitar vehicular y toparse con una congestión arterial. La señora que aborda con dificultad la unidad, sosteniendose de los tubos del micro y apoyandose en su bastón le pregunta al chofer qué día es, el hombre responde que es 11. La señora le responde "yo pensé que era quincena" y el chof le dice que sobre Tlalpan todos los días son quincena.

En las paradas y casi en cada dos esquinas se ve en el recorrido que el paisaje es iluminado por una sexy chica vestida de minifalda, con escotes prominentes tanto de pecho como de espalda, tacones de colores chillantes, algunos pasajeros hombres ni las miran, como si con ello buscaran distinguirse de los mirones penetrantes sin prejuicio que las miran y las buscan. Por las noches es común ver a hombres travestidos, de boluptuosas tetas, nalgas firmes y piernas varoniles enfundadas en tacones de plataforma. Se corre el rumor que ellos/ellas tienen más exito con los clientes. Las prostitutas se camuflajean en el paisaje, sin esas minifaldas y tacones serían lindas muchachas que pasean a sus perros en pans, viendo como cagan los pasos desnivel que son los subterranos de Tlalpan, poblados en su mayoría por personas de la tercera edad, con localitos casi improvisados, peluquerías, reparaciones electrónicas, tienditas de dulces. Todo eso en contraste con los bancos y el Wal-Mart, tiendas que atraen a los clasemedieros aledaños, a los habitantes de esos condominios estrátosfericos recién construídos sobre la avenida y alrededores.

Además de los edificios está el metro, donde pequeñas olas de personas salen cada cuando, caminan sobre la avenida godinez, obreros, estudiantes, médicos, músicos y hipster, cada uno dispersandose entre las calles, comiendo un pan, papás, tacos, de nuevo esperando el micro. Las mujeres cuidan sus bolsas porque no saben quién sale del metro y desconfían de cualquiera que vaya detrás de ellas, con tez morena y mochilas guangas. De nuevo brincan las ratas muertas de las calles e ignoran los malos olores de las coladeras.

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