jueves, 18 de julio de 2013

Pequeñas imperfecciones

La memoria está a cargo de la operación cosmética del mundo; matiza, elimina, desdibuja, realza...Y entonces llega ese día en que abrimos sin querer una puerta y todo lo encontramos pálido y desabrido, como una actriz insulsa antes del maquillaje.
Luigi Amara


He esperado mucho tiempo para ir de viaje, me parece que ha sido suficiente y comenzaré a suprimir de mí aquellos anhelos incumplidos. No habrá viaje. Nunca nada nadie, leí una vez. El salir y correr por alguna calle de Roma, ir a Amsterdam, montar un elefante en India o un camello en Marruecos se van ahora mismo de aquí. 

Una vez entrevisté al escultor Javier Marín, las preguntas eran dirigidas para entender su paso por instituciones de educación pública y entender cómo había logrado tanto éxito y cómo había hecho para posicionarse  en las galerías internacionales. Él respondió que había padecido asistir a escuelas públicas, que en provincia era un mundo distinto al del DF y que ingresar en la UNAM para él fue un error. Sin embargo comentó que no se arrepentía, que los caminos de la vida lo habían llevado por ahí para formarse y ser quien era. También le pregunté sobre ser escultor y si alguna vez quiso ser otra cosa, él respondió que quería ser trapecista y que llegó a intentarlo pero que no se logró ¿te frustraste? -le dije-, "lo que he dejado de hacer, lo he dejado de hacer felizmente", me dijo.

Desde esa entrevista en 2010 la frase me ha gustado de sobremanera "lo que he dejado de hacer, lo he dejado de hacer felizmente", por eso hoy ese anhelo se va. También el libro de Daniel Espartaco Autos Usados habla sobre aquellas aspiraciones que frente a nosotros parecen grandes, pero que en el macrocosmos de la realidad son bisutería. Después de que me hablaron del libro me preguntaba sobre esos anhelos y aspiraciones, sobre las ganas de realizarlos ¿para qué? ¿qué nos motiva a alcanzarlos? ¿ego? ¿reconocimiento social? ¿autoestima? Puede ser que todas juntas, puede ser que sólo sea un mero capricho. De lo que si estoy segura es de que no pasa nada si las dejas ir. Hablo de esa aspiración porque es la que más atesoraba, hablaba de ella con tanta energía frente a la gente que parecía contagiar mi entusiasmo. Ahora más bien escucharé a amigos cercanos hablar de sus viajes, los felicitaré y guardaré silencio, ya que cuando ese comienza a aparecer es sinónimo de una profunda transformación.

Otro de los anhelos a sacar es esta imperiosa necesidad de estar con alguien y que ese alguien me nombre. Hace tiempo lo había logrado y había decidido estar sola, pero unos ojos llenos de mundo, una delicadeza y elegancia de caminar, unas manos alargadas y un colibrí me hicieron sacar mi anhelo empolvado ¿qué más da? -me dije- y ya, pero asuntos así se deben hacer fríamente, cada movimiento debe ser sutil, detallado, pero sobre todo: pensado.

¿Qué mas da si soy la Puta, la Novia, la Amiga, la Amante, la Madre, la Nada? Soy todas y ninguna, soy la que cambia con el tiempo y se acomoda a las circunstancias, la que vive sin preocuparse por pagar la renta, la que vive lejos, la errante, la boba, la sentimental, la descuidada, la ilógica, la apasionada, la peleonera, la promizcua, la semireligiosa, la moral, la que puede dar un faje pero también un gran amor, intenso, duradero y estable.

Los anhelos son una burla hacia nosotros mismos, una esperanza para cambiar nuestra vida o querer cambiarnos a nosotros mismos. Prefiero apostarle a lo real con todas sus imposibilidades: al amor sin títulos, sin dueños, a la vida, aunque sea una actriz insulsa "antes del maquillaje".






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