Probando...uno...dos...tres
Tengo en mis manos un micrófono, se llama escritura. Es un poder saber usarlo, pero es mucho más atractivo usarlo para ti, para entender-te. El arte no proviene de la felicidad y cuando escuché esa frase defendí con argumentos muy ingenuos que si, que sí se podía escribir desde ese lugar, fui ignorada duramente, finalmente yo era la que se disfrazaba de payaso triste y escribía, claramente sabía que podía existir otro lugar, menos flagelante para imaginar y crear, cuando la vida me llevó ahí, le dije a la escritura triste: "se acabó". Después de eso las entradas en mi blog y los desfogues en mi cuaderno se fueron diluyendo, en su lugar sustituí esos encuentros tristes por colores, mandalas, descripciones de atardeceres y muchas canciones que me inspiraban a seguir por ese camino, el de la felicidad. La prisión a la que nos somete esa dicha es tan grande y frágil, que cuando llegan los huracanes, realmente es difícil recomenzar, tomar la pluma y pensar "Hoy estoy t...