La vajilla
Mi madre es una mujer típica, navega de aquí para allá satisfecha de tener su casa, su marido y sus hijos. El complemento que la hace una mujer común es su religión, adoptada por mi abuela y mal aprendida por mi madre, cuando era niña no me salve del bautizo, la presentación, la primera comunión, los afamados xv años y aquellas ceremonias que refrendaban la autenticidad por medio de una religión mal parida. Con semejante educación se llega a creer en un ser superior, en la idolatría y la alabanza para alcanzar alguna buena virtud y trasmitírsela al mundo, sin embargo la fe (en todo aspecto) con el paso del tiempo cuando no se enraíza de manera concreta se quiebra, entonces uno crece con la desilusión de que Dios no existe pero no-solo eso, lo que se descubre es: la desilusión , el descubrir verdades que se disfrazan -qué se debe decir pero que nunca se dice- y uno las descubre para decir: “Que jodida es la vida”. Desde los días de mis amargos hallazgos y desilusiones no encuentro un c...